Sabado, 23 de Abril de 2016
Tú ya nunca más
Con un suave aguijón entre flores escondido las calles recorres. Con un ramo en la mano te acercas a tu víctima, sin pensarlo, sin quererlo, pero deseándolo; siempre deseándolo. La miras y ella te sonríe, tú sonríes también; así eres, educación y buenas maneras. ¿Por qué ibas a hacer de esto algo sórdido?
¿Acaso la muerte no es lo más normal del mundo?, ¿acaso no dijo el poeta que para morir hemos nacido?… Pues tú a matar has venido.
Tras tu sincera sonrisa te acercas aún más. Tu aguijón se clava en su pecho, las rosas van cayendo al suelo y, mientras, sientes esa cálida sensación húmeda recorriendo tu mano. ¡Deliciosa sensación!
Desea saber, se agarra mientras te mira con ojos inquisitivos, quiere preguntar por qué, pero de su boca ya no saldrán más sonidos: estás de suerte, te gusta la muerte… con tranquilidad y sin dramatismos; como tiene que ser.
Mirando tu sonrisa se agotan sus últimas fuerzas, su cuerpo tiembla. La ayudas a mantenerse en pie, sin dejar de mirarla y sin dejar de sonreír, hasta que, finalmente, así muere. Su cuerpo se derrumba y tú lo dejas resbalar entre tus brazos, ya no tiene interés.
Tras nublarse su vista y cerrarse sus ojos una pregunta sin respuesta queda. ¡Qué más da la eternidad solemne o desaparecer para siempre!
Tan sólo unos instantes para que jamás despierte, para que pensamientos, recuerdos y preguntas nunca dichas se conviertan en un trozo de materia inerte. Se acabó la magia, se acabó el dolor,… se acabó el placer.
.
Flores, exquisitas flores. Rosas rojas, casi negras, como la sangre que tu cuerpo rodea. Aferrándose a un pensamiento lucha tu mente, mas es llegado el momento. Como todo mortal soñaste con la eternidad sin ser capaz de entender que algún día habría de llegar el final, así fuiste tú.
¿Qué importa ya qué hiciste o quién fuiste? Ahora estas sola, en ninguna parte, fría. Tus pensamientos desaparecen con tu existencia, tus recuerdos se desvanecen con tu último soplo de vida, con la última gota de sangre que vierte tu cuerpo. Y mientras, en el cielo, nubes blancas van pasando lentamente.
.
¡Qué te importan los demás! ¿Alguna vez alguien tuvo compasión de ti? ¿Quién piensa en los demás? Tú ya nunca más.
—
Regalo del día del libro 2016: muchas rosas y una espina.